La educación sexual es un proceso didáctico, paso a paso, en el cual proporcionamos información que guíe a nuestros niños, niñas y adolescentes hacia la construcción responsable de su sexualidad. La educación integral de la sexualidad, despeja dudas, facilita el autoconocimiento, la aceptación, evita la discriminación, define la orientación sexual asertivamente. En la actualidad, nuestros niños y adolescentes debieran estar informados de los riesgos de la pornografía, prostitución y comercio sexual infantil. Existen grandes redes de pederastas que buscan tanto material pornográfico, como niños para satisfacerse sexualmente… y lo obtienen. Es necesario ser conscientes de la cantidad de páginas pornográficas en la Internet.

En mi experiencia, la mayoría de los casos atendidos por diversos motivos de consulta, incluyendo el abuso sexual o por haber visto pornografía, han sido experiencias vividas en el propio hogar u otros espacios de confianza. Sugiero que, a partir de los 6 años de edad del niño o niña, aprovechen alguna escena de intimidad en televisión o cine para dejar claro que es una experiencia de adultos y que las personas adultas deciden en pareja qué hacer de mutuo acuerdo. De tal manera, que cuando vivan la experiencia de ver pornografía tengan bases para diferenciar experiencias.

1. La educación integral de la sexualidad es una co-responsabilidad de familiagobierno- escuela. Desde su nacimiento, los niños están expuestos a una gran cantidad de estímulos e información: en la familia, en la escuela, con sus amigos y, a través de los medios de comunicación; incluyendo la Internet. A través de toda la información y conductas que se les modelan día a día, los niños van construyendo sus propios conceptos. El papel de los MAPAS en la educación sexual es proporcionarles respuesta a sus inquietudes y hablar de los valores de su familia, y las diferencias que pueden existir en otras familias.

2. La sexualidad se construye desde el nacimiento. Al nacer, sólo somos seres sexuados –hombre o mujer, que recibimos información verbal y no verbal, la cual nos lleva a integrar los sentimientos, pensamientos y actitudes hacia nuestra sexualidad. Los MAPAS y educadores somos co-responsables de brindarles, a niños y adolescentes, la educación sexual que necesitan, para lograr su mejor desarrollo como ser humano. Es difícil crecer sobre la mentira y el miedo.

3. La educación sexual debe considerar el enfoque de género y el respeto a la diversidad sexual y familiar, como plataforma fundamental en la prevención de la violencia: bullying, acoso en adultos, abuso sexual y violación.

4. Los comportamientos de género variantes no determinan la orientación sexual.

5. MAPAS (mamás/papás) y maestros guían y orientan, NO son amigos. Los amigos son sus pares, están viviendo experiencias similares, tienen casi el mismo nivel de madurez –o de inmadurez. Tú eres su guía. Algunos MAPAS (mamá/papá) temen que al no ser amigos de sus hijos, estos se reservarán experiencias. Muchas experiencias que los hijos tienen, no las comparten con sus MAPAS. ¿Recuerdas tú alguna experiencia que no compartiste con tu mamá o con tu papá? ¿Por qué? La falsa idea de que la confianza sólo se tiene entre amigos, genera la necesidad de convertirse en amigos de los niños y adolescentes.
Y aunque en el diccionario las palabras madre y padre están más asociadas a la procreación, indiscutiblemente en esos vínculos –en la mayoría de los casos aparte del amor se da la confianza., Es así como el papel del adulto es ser guía, orientador. Si no lo hacemos, los estamos dejando a la deriva.

6. Revisa, analiza y confía en tus valores.
Los valores se enseñan y modelan en el hogar. Lo adecuado es modelarle sólo los
valores en los que la pareja crea y viva congruentemente. Si hay diferencias – como sucede la mayoría de veces en las familias y escuelas- primero hay que llegar a un acuerdo. Los valores requieren vivirse con congruencia: siento, pienso y actúo de manera integrada y quedo satisfecho. La verdad y la oportunidad son valores que los niños y adolescentes nos agradecerán.
Cuando desconozcamos un tema, o no sepamos cómo manejarlo, será necesario investigarlo y/o buscar apoyo bibliográfico o la asesoría de un especialista. Los jóvenes saben diferenciar cuándo estamos ocultando información y cuándo no sabemos la respuesta. Si optamos por buscar mayor información, no esperar a que el niño o adolescente nos vuelva a preguntar – asumir nuestra responsabilidad de darle continuidad al tema pendiente. Existe en nuestro país un alto nivel de actualización bibliográfica con un excelente manejo profesional que, a través de las caricaturas en libros y películas, nos brindan un gran de apoyo. Considero que para hablar de sexualidad con niños y adolescentes, el uso de dibujos es indispensable.

7. Háblales de sexualidad, no sólo de sexo.
Hablar de sexo es referirse únicamente a lo biológico; por ejemplo, los niños tienen pena y las niñas tienen vulva. En cambio, hablar de sexualidad incluye también qué sentimientos, creencias y actitudes tengo respecto a ser niña o ser niño, y la manera de relacionarse entre sí.

 

 

8. Dale oportunidad a los jóvenes de hablar de sexualidad contigo cuando lo
necesiten -no sólo cuando tú quieras. Durante mucho tiempo hubo la creencia “hay que esperar a que el niño pregunte… no te anticipes”. Hoy sabemos que los niños que no preguntan, se están ahogando en dudas y están más expuestos a un probable abuso sexual. A menor educación sexual desde la infancia, los jóvenes inician más tempranamente su vida sexual. La primera herramienta para combatir el abuso sexual es la educación sexual –y esa es co--responsabilidad de familia-escuela-gobierno.

9. Siempre di la verdad… si no la sabes, infórmate y busca las palabras más sencillas para explicar el tema. En mi experiencia, cuando el adulto teme dar respuesta a los cuestionamientos de los niños, es porque no tienen libros en casa y desean evitar que “pierdan la inocencia”. Una cosa es la inocencia y otra es la ignorancia. Evitemos la ignorancia. Busca información científica. Tener libros de sexualidad en casa y escuela, nos familiariza con el tema y aprendemos a verlo –los adultos- con naturalidad, como es la sexualidad misma. Leer libros dirigidos a niños, nos facilita conocer el lenguaje apropiado para cada edad. Primero debemos leerlos los adultos, para despejar y asimilar la información, discutir, si es necesario con la pareja o el equipo de trabajo en la escuela, y posteriormente dar la información a los niños. Una gran ventaja que yo encuentro en los libros de sexualidad para niños, es que los adultos tenemos en ellos, un apoyo visual con sus caricaturas, colorido y textos atractivos. De esta manera podemos relajarnos más, pues los niños están más atentos al material visual y la energía se divide entre tú y el libro. Hay videos también muy atractivos… prefiero los libros… van más al ritmo de los niños. Te sugiero dejar los videos como segunda opción.

10. Establece límites, reglas, no barreras.
Los mitos han obstaculizado la sexualidad responsable en México, pues son barreras que impiden que la educación sexual fluya congruentemente con la información con hoy sabemos es la adecuada para niños y adolescentes. Es importante que la educación sexual sea impartida teniendo como base dos puntos: la realidad y los valores. Los valores se modelan con los límites y reglas de cada familia y escuela. Los niños agradecen una educación clara, oportuna y honesta. Es importante informar a los niños que la educación sexual es un derecho que ellos tienen, y que deben respetar que muchas familias y escuelas prefieren no hacerlo. Siempre en la línea de que la educación sexual no debe vivirse con vergüenza sino con responsabilidad.
Los límites entre lo público, lo prohibido y lo íntimo, determinarán su derecho a ser respetado. Establecer reglas. no barreras, lo llevará a entender las diferencias individuales y familiares. Gratificarlos sólo cuando hablan de otros temas que no sea el sexual, les enseña que se vale hablar de todo, menos de sexualidad. Esto no impedirá que tengan experiencia, pero quizá sí les faltará la información, la conciencia y por ende, la responsabilidad. Las personas que tienen aceptación, confianza y respeto de sí mismas, suelen ser quienes hacían preguntas y obtenían respuestas –y se informan, posteriormente, sin prejuicios ni discriminación y toman decisiones más congruentes con sus valores.

11. Promueve una sexualidad asertiva. La asertividad consiste en que el ser humano conozca sus necesidades, sentimientos, pensamientos, creencias y que, por encima de todo, se sienta con el derecho a expresarlos con orgullo. Resulta interesante el orgullo que algunos MAPAS sienten cuando sus hijos hacen preguntas poco comunes respecto a otros temas, pero que cuando se trata de la sexualidad, se sienten amenazados. En el primer caso, se refieren a los niños como inteligentes, con una gran capacidad de observar el mundo…. pero si el tema es de sexualidad…hummm…es un niño precoz. Si a un niño se le gratifica sólo cuando habla “inteligentemente” de otros temas, pero no cuando cuestiona acerca de la sexualidad, no se construye entre el niño y el adulto, el vínculo afectivo y de confianza que la educación sexual requiere para fluir. Pueden interpretar que el tema es tan inadecuado, feo, sucio, vergonzoso, que no hay que hablarlo -ahí comienza a construirse la doble moral.

12. Distingue los juegos sexuales entre menores de un probable abuso sexual.
Un juego sexual es la exploración que se da entre niños de edades similares, y a través de los cuales conocen el placer y el displacer, la aceptación o el rechazo, con quien se vale y con quien no se vale. Facilita la construcción de la intimidad y la confianza sexual. Los juegos sexuales entre niños forman parte de su desarrollo psicosexual.
A diferencia de los juegos sexuales que se caracterizan por ser entre pares, de mutuo acuerdo y sin condicionamiento alguno, el abuso sexual es todo acto donde el adulto o adolescente dirige su atracción y placer erótico al niño y/o púber, con el fin de satisfacer sus necesidades sexuales.
Con frecuencia se trata de una persona que, aprovechando la confianza brindada, seduce, obliga, manipula, amenaza y/o intercambia regalos, dinero con un menor, para que le realice o le sean realizadas caricias, tocamientos en genitales y/o nalgas, ano, pechos. No hagamos de un juego sexual una experiencia dramática de abuso sexual. Hay que explorar primero qué sucedió, cómo y de qué manera vivieron la experiencia para saber la diferencia y actuar en consecuencia.