Hace varios años busqué una palabra con la que yo pudiera definir el rol de mamá o papá, de tal manera que se interprete como aquella persona que se convierte en madre o padre, sin importar lo biológico ni el tipo de convivencia que cada persona elija para vivir en pareja.

Estamos viviendo momentos críticos en la educación y, desde mi punto de vista, lo más importante en el rol de MAPA es cómo asumimos la responsabilidad de educar a nuestros niños, niñas y adolescentes.

Encuentro que un porcentaje de MAPAS está entendiendo que la “buena comunicación” con sus hijas e hijos, es privilegiar la decisión de cada joven -aunque su decisión implique consecuencias negativas en su desarrollo. Sin duda, en términos de orientación sexual y vocacional, son los y las jóvenes quienes deben guiarnos para acompañarlos en sus procesos. Y cuando se trata de educar con valores importantes como el respeto, la honestidad, la responsabilidad, la congruencia y el esfuerzo constante, somos las personas adultas quienes debemos asumir que estos procesos se comprendan y pongan a prueba, respetando el ritmo individual de cada persona.

Las y los MAPAS (mamás/papás), al igual que maestras/maestros, guiamos y orientamos, NO somos amigos, somos educadores. Los amigos(as) son sus pares (las personas de su edad) que están viviendo experiencias similares, tienen casi el mismo nivel de madurez –o de inmadurez.

Pienso que, por miedo, algunos MAPAS (mamá/papá), se ven en la necesidad de decirse sus amigos; quizá temen que falte confianza. He aprendido que la confianza se gana con responsabilidad, no con complicidad y que el mejor vínculo se construye siendo asertivo y somos las personas adultas quienes debemos asumir la responsabilidad de educar para prevenir.

Por ello promuevo la educación sexual oportuna y científica, para que cumplamos el rol de MAPA, cuya definición en el diccionario es: guía para llegar a un determinado lugar. Sí, a que cada ser humano sea responsable de su sexualidad.